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Cuatro pasos para lograr que nuestros hijos nos escuchen

 

A menudo escucho a las madres quejarse de que sus hijos no escuchan lo que ellas les dicen.  ¿Qué puede hacerse al respecto?

 

                                                                                           Nancy Barrantes

 

Este es un problema común que ocurre actualmente con los chicos. La generación de nuestros padres estaba centrada en los adultos. A los chicos se los veía pero no se los oía. El péndulo ha oscilado, pero tampoco debemos extralimitarnos. Es posible facultar a nuestros hijos sin perder nuestra autoridad de padres.

 

Si habitualmente escuchás lo que tus hijos tienen que decirte, ahora es tiempo de que te escuchen a vos. No obstante, no cometas el error de establecer tu autoridad mediante el autoritarismo. Has determinado con claridad una atmósfera democrática en tu hogar lo que ha permitido que tus hijos tengan voz y voto. Pero es importante que impongas tu liderazgo. Los siguientes lineamientos de disciplina te ayudarán a poner bien en claro quién tiene el control.

 

1. Comunicales claramente tus expectativas

 

Lo que no se debe hacer: Algunos padres expresan lo que quieren que su hijo haga incluyendo los sentimientos del niño como parte de la comunicación. Por ejemplo: "Subamos al auto. Yo sé que querés ir a lo de tu abuela, ¿no?"

 

En lugar de eso, decí: "Quiero que subas al auto ahora. Vamos a ir casa de la abuela."

 

2. Aceptá los sentimientos de tus hijos, pero establecé claramente tus expectativas.

 

Lo que no se debe hacer: Esperar que tu hijo exprese su entusiasmo o su contento con respecto a lo que se le pide que haga.

 

Dale en cambio a entender que comprendés sus sentimientos negativos con respecto a lo que querés que haga, pero sin negar tus expectativas. Por ejemplo: "Tu abuela nos está esperando de modo que tenés que subir ya al auto. Sé que no querés dejar de jugar con tus amigos, pero mañana podrás seguir jugando."

 

3. Comunicá y seguí adelante con las consecuencias.

 

Lo que no se debe hacer: Muchos padres recurren a los gritos en lugar de comunicar y llevar a cabo aquello que prometieron con firmeza. Y no sólo dejan de hacerlo, sino que amenazan indebidamente en el calor del enojo.

 

En cambio, aceptá las quejas pero aclará bien lo que ocurrirá si no te escucha. Por ejemplo: "Si no subís al auto antes de que cuente hasta tres, te subiré yo misma." O, en el caso de chicos más grandes, "Si no hacés tu tarea no podrás mirar tu programa de televisión." Asegurate de fijar consecuencias apropiadas que estés luego segura de poder cumplir. Y entonces, ¡seguí adelante con ellas! Gritar no es una consecuencia viable y lo único que se logra es empeorar la situación.

 

Contá con que tendrás que seguir adelante con las consecuencias ANTES de lograr que tus chicos escuchen. Será necesario que lo hagas una, dos o quizás tres veces hasta que tu hijo entienda que realmente estás hablando en serio cuando lo decís, especialmente si estaba acostumbrado sólo a quejas o retos de tu parte (lo que en ocasiones todos hacemos).

 

4. Mantené separado el comportamiento de tu hijo de su autoestima. Calificá su conducta como "mala", pero no sus motivos o su carácter.

 

Lo que no se debe hacer:  Confundir el comportamiento calificando el carácter. Por ejemplo:

"¡No se pega! Sólo los chicos malos pegan."

 

En cambio: "No está bien pegar a los demás. Tenés que aprender a usar tus palabras." O a un chico más grande al señalarle un error grave: "Vos no sos un ladrón. ¿Qué se te dió por robar esa pelota?" Separando el comportamiento de la acción permitirá que tus chicos aprendan de sus errores, en lugar de condenarlos por cometerlos.

 

Es nuestro deber de padres guiar a nuestros hijos. Debemos estar dispuestos a aceptar el enojo y otros sentimientos negativos cuando establecemos límites adecuados. Mientras tus expectativas sean razonables para la edad de tu hijo, podrás adoptar con éxito el rol de dictadora benevolente cuando sea necesario.

 

Como madre ponés los intereses de tus hijos por encima de todo. Los estás educando para que lleguen a ser personas responsables e independientes. Podés felicitarte. De este modo lo habrás capacitado para expresarse y podrá influir sobre el rumbo de su destino en su vida adulta.

 

Pero mientras tanto, sos vos quien debe estar siempre al frente. Tu serena conducción es necesaria para crear una atmósfera estable a su alrededor. Los hijos, al igual que sus padres, florecen en una atmósfera que promueve el orden por encima del caos.

 

 

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