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La violencia a través de los medios

Cómo hacer para que nuestros hijos se sientan seguros

 

Inés se despierta de noche y le cuesta dormirse porque tiene miedo de que entren ladrones y nos maten a todos", me comentó mi sobrino mayor la última vez que estuvo en casa. Su hijita Inés tiene 9 años. Días atrás presenció como instalaban en su casa del Gran Buenos Aires un sistema de alarmas que su papá se ocupa de activar por las noches y cada vez que salen.

 

A esto se suma el hecho de que el padre de una de sus compañeritas de colegio fue muerto en un asalto cuando intentaban robarle su auto. Por añadidura, por mucho que en su casa se preocupan de cambiar de canal cuando los noticieros difunden los hechos delictivos que se suceden a diario, Inés, como tantas otras chicos de hogares argentinos, tiene miedo.

 

Nuestros hijos están procesando el significado de frases como inseguridad latente, secuestro, ataque terrorista, armas de destrucción masiva y también las implicancias de ir a una guerra. Este es el momento en que debemos llevar a un punto extremo nuestro grado de comunicación con ellos y encontrar la forma de ayudarlos y brindarles la seguridad que necesitan cuando los sacuden los miedos y los interrogantes.

 

A esta edad los chicos comienzan a experimentar por sí mismos, separados de sus padres. Las instituciones sociales como los colegios, juegan un rol cada vez más importante en su desarrollo fuera del ámbito familiar. Al mismo tiempo, consideran por primera vez la muerte con una comprensión más realista de que la vida tiene fin. Es natural que los chicos a esta edad comiencen a preocuparse por la muerte a medida que toman conciencia de este nuevo sentido de separación y de un realismo más agudo.

 

He aquí algunas ideas para apoyar a los chicos a superar el miedo.

 

El saber da poder.

Ayudá a tus chicos a enfrentarse con los incidentes que les provocan temor equipándolos con conocimientos sobre las acciones positivas que se están tomando. Podemos asegurarles que sus mayores hacen todo lo posible para mantenerlos a salvo, acompañarlos hasta la parada del colectivo, hablar con la escuela sobre medidas de seguridad y mantener las puertas de la casa cerradas con llave.

 

Tengamos en cuenta que las imágenes se graban en el inconsciente de los chicos. Si querés estar al tanto de las noticias, encendé la radio. Siempre es menos intrusiva. Cuando se produce algún anuncio importante, hablá con tus hijos al respecto para que la información la reciban de vos, que sabrás cómo filtrarla,  y no de otras fuentes.

 

Hablá con tus hijos, escuchá, hablá y seguí escuchando.

No des por descontado que tu hijo de 5 años está totalmente ajeno a los hechos que ocurren a su alrededor o que tu hija adolescente, con su postura de cinismo y de negación al diálogo, no necesita igualmente de tu palabra para sentirse más segura. Está siempre disponible para hablar con tus hijos. Apagá la radio del auto para aprovechar los momentos en que viajan juntos, pedile que te acompañe a pasear el perro, o bien sentate en el borde de su cama cuando está listo para dormir para conversar aunque sea cinco minutos.

 

Toma la acción que creas necesaria.

La clave para dar nuestro apoyo al espíritu que un chico necesita está en reemplazar las imágenes de desastre y de terror con actividades de esperanza.

Terminá el día dándoles alguna buena noticia por la noche, por chiquita que sea. Asegurate de finalizar cada día con información positiva. Hacé una lista de cosas asombrosas de nuestro mundo. Esta lista podría comenzar con la mención de sus amigos más queridos, para cambiar luego de tema y hablar sobre los hechos maravillosos que ocurren en el mundo tales como que en una sola estación, un olmo grande produce alrededor de seis millones de hojas, o que no importa cómo esté de revuelta la superficie del océano, si pudiéramos mirar bien profundo bajo el mar veríamos que las aguas allá abajo están calmas y no las afecta la turbulencia de la superficie.

 

Encuentra tu propia fuente de confort.

No podemos proteger totalmente a nuestros hijos del caos, la confusión o los conflictos de este mundo. Pero sí podemos en cambio, brindarles el don de un padre que es capaz de enfrentar el dolor con serenidad y permanecer firme sobre sus pies cuando la tierra parece temblar por debajo. Nuestros chicos nos observan y aprenden de nosotros cómo manejar la adversidad.

 

 

 

 

 

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