Imaginen esta propaganda por televisión:
" ¡Oferta especial! ¡No se vende en comercios! Esta
sorprendente Maravilla del Hogar eliminará el caos de su
hogar y lo transformará en un palacio en sólo 21 días.
Acelerará el proceso de limpieza, acabará con el desorden
y organizará su hogar. Con el respaldo de investigaciones
científicas, nuestro producto está garantizado para restituir
el orden y la paz en su hogar. ¡No espere más! ¡Adquiéralo
ya y ponga a trabajar a la Maravilla del Hogar para usted!"
Ya estarían con el teléfono en una mano y la tarjeta de crédito en la otra, ¿verdad? Suena demasiado bueno para ser real, ¿no?
Con perdón de ustedes, Señores Televidentes. La increíble Maravilla del Hogar es la mayor arma secreta en la lucha contra la desorganización y el caos hogareño, pero no se puede comprar en comercios, ni en ningún otro lugar. Deberán construir la suya propia, pero su fabricación es totalmente gratis. Sólo tienen que ponerla a trabajar para ustedes, paso a paso, sacarla a la luz desde las tinieblas del desorden.
¿Y en qué consiste esta Maravilla del Hogar? ¡En el HABITO!
Deja que su fuerza te acompañe
¡Una palabra tan pequeña pero tan poderosa! Hábito suena como algo suave, benigno, apacible inclusive. Sin embargo el hábito actúa como una bola de nieve instalada en lo alto de una montaña nevada. Sólo se necesita un pequeño empujón para echarla a rodar desde la cima, ¡y ya está! Para cuando llega al pie, ese pequeño hábito ha alcanzado el ímpetu y el efecto de una avalancha.
Otro tanto ocurre con los hábitos que incorporamos en nuestras vidas. Cambios pequeños e insignificantes, que pasan desapercibidos en sí mismos, tienen un efecto significativo en nuestro hogar, nuestra familia y nuestras vidas.
¿Cuál es el secreto? El ímpetu. Se requiere energía y voluntad para formar un buen hábito, tanta como para echar a rodar esa pequeña bola de nieve. No obstante, una vez instalado, un hábito gana terreno, adquiere fuerza y aumenta su efecto con cada repetición, generando así todo el poder de una avalancha. Poné al pelotón de buenos hábitos a trabajar para vos y ganarás la batalla contra el caos y la desorganización.
Anatomía de un hábito
No es que los hábitos sean criaturas misteriosas. Todos, en mayor o medida, estamos ligados a ellos. ¿Tu día comienza con dos tazas de café y el diario? ¡Hábito! ¿Acostumbras endulzar tu compra semanal en el supermercado con una tableta de chocolate que te regalás para comer al regreso mientras guardás tu compra? ¡Hábito! ¿Siempre colocás tu cartera en el piso del auto, detrás del asiento del conductor? ¡Ahí tenés otro hábito!
Si los hábitos son criaturas familiares, ¿por qué nos resulta tan difícil iniciarlos o cambiarlos? Volvamos a esa bola de nieve. Sí, en realidad, hacerla es bastante molesto, ¿no? Hay que mojarse y congelarse las manos para compactar la nieve y que quede bien firme. Hay que colocar la bola justo en la cima y luego dar ese pequeño empujón. Pero una vez que lo hiciste ¡tené cuidado!
La analogía explica por qué los pequeños hábitos pueden resultar tan difíciles de iniciar y los malos tan difíciles de abandonar. Instalar buenos hábitos implica crear cambios conscientes, intencionales. Mientras que abandonar los malos hábitos significa contrariar la tremenda fuerza edificada y consolidada a través de miles de repeticiones.
Se requiere un hábito para detener otro hábito
¿Cómo se forma un buen hábito? El concepto es simple: decidí qué querés hacer y hacelo durante 21 días. (El lapso de 21 días hizo su primera aparición en psicología a través del cirujano plástico Maxwell Maltz. El Dr. Maltz observó que llevaba 21 días a los amputados dejar de sentir sensaciones fantasmas en el miembro amputado. Desde tan oscuro comienzo, el fenómeno de los 21 días ha evolucionado para convertirse en also así como un género literario.)
Si bien la idea es simple, el diablo anda en los detalles. ¡Porque construir un nuevo hábito da mucho trabajo! Cada nuevo hábito - tan simple, tan sanguíneo - debe dejar a un lado para sobrevivir la formidable energía de un viejo hábito ya atrincherado.
¡No resulta fácil desalojar a los viejos hábitos! En términos prácticos, los que pretendemos adquirir deben ser mimados y atendidos con cuidado y protegidos de los intrusos. Durante su infancia y juventud, los buenos hábitos pueden extinguirse con un solo episodio. "¡Mañana, mañana...hoy no quiero!"
Un nuevo hábito necesita de aliento, mientras combatimos al mismo tiempo al que queremos desterrar.
En la pista de los buenos hábitos
Si este año te has propuesto cambiar tus hábitos, prueba estas estrategias para alcanzar el éxito:
¡ No pretendas ir muy rápido! Recuerda que el poder de un hábito maduro te ayudará para que no caigas en el primero y más grande error: pretender abarcar más de lo que puedes. Recuerda que estás tratando de conquistar a un amigo poderoso. Es mejor lograr instalar un solo hábito que sea útil, que tratar de encarar un vuelco total en tu vida y fracasar.
¡Una cosa a la vez! Para cambiar un hábito se necesita mucha energía y compromiso, de modo que encara uno a la vez. Sólo después de que hayas instalado un nuevo hábito podrás pasar a otro. Pero pensá esto: durante las 52 semanas de cada año podrás edificar 17 nuevos hábitos y aún tomarte dos semanas de vacaciones antes del próximo año.
¡Engancha tu hábito a una estrella!
Un nuevo hábito tiene mayores oportunidades de sobrevivir si tiene un amigo. Piensa en algún hábito ya instalado como una máquina locomotora y enganchá el nuevo al tren. ¿Acostás a tu hijito de 2 años para la siesta cada día a las 2 de la tarde? Ese es el momento de arranque perfecto para instalar tu nuevo hábito en tu agenda diaria: 30 minutos de inspiradora lectura. Cuando se convierta en un hábito, recuerda la lección. "Creo que puedo hacerlo, creo que puedo hacerlo," pronto se transformará en "¡Sabía que podía hacerlo!"
El hábito es la única herramienta organizativa que no necesitamos comprar - y es sin duda la más poderosa dentro del arsenal que se necesita para manejar un hogar.
¡Hacé que éste sea tu Año del Hábito y organizate!