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Diez alternativas para evitar dar una paliza

Castigar con una paliza no es algo que los padres eligen conscientemente. A menudo ocurre cuando los mayores pierden el control de sí mismos o se sienten superados por la situación. Es probable que el papá de Tomás le dé unos buenos chirlos porque ya le pidió tres veces que apagara la televisión. O que cuando Daniel de 4 años se escapa de la mano de su madre y cruza la calle corriendo, su mamá le dé una buena paliza y le advierta: "¡No vuelvas nunca jamás a cruzar la calle corriendo sin mirar!" Todos los padres saben bien lo enojoso que resulta que los chicos no hagan caso. El miedo puede lograr el mismo efecto. "Oh mi Dios, ¿y si la próxima vez que Daniel cruza la calle corriendo no tiene la misma suerte que hoy?" La mayoría de los padres han sentido alguna vez la urgencia de pegar o han dado a sus hijos unos chirlos, un buen coscorrón o una paliza.

De acuerdo a estadísticas elaboradas por la Academia de Pediatría, el 25% de las familias de clase media integradas por padre y madre, pegan a sus hijos por lo menos una vez a la semana. ¿Por qué acaban los padres pegando a sus hijos? Podría pensarse que es porque la paliza surte efecto. Pero en realidad, pegar a los chicos sólo logra efectos a corto plazo. Lucy, de 3 años, recoge sus juguetes con rapidez después de que su mamá le da unos chirlos. No obstante, la maestra de Lucy debe vigilarla bien en el patio de juegos porque tiende a mandonear y pegar a las nenas más chicas. ¿Cómo se relacionan estos dos hechos?

En 2002 se llevó a cabo un importante estudio para determinar cómo afecta a los chicos las palizas paternas. La psicóloga Elizabeth Thomson de la Universidad de Columbia analizó datos recogidos a lo largo de 62 años y encontró que cuanto más se le pega a un chico, mayor es el riesgo de agresión en la infancia y de otras conductas antisociales tales como mentir, engañar y patotear. Los chicos que son criados a fuerza de palizas es probable que no sepan distinguir el bien del mal y son más propensos a portarse mal a espaldas de sus padres. Una de las madres que visita mi consultorio y que admite pegar a sus hijos me dijo una vez: "Mi hijo se porta bien si le pego - pero no sé si lo hace por miedo o porque así aprende a distinguir el bien del mal." Obviamente, las palizas cambian a un chico.

De modo que ¿cuáles son esas alternativas? Las estrategias siguientes están basadas en la creencia de que un chico merece ser tratado con respeto, aún cuando se porta mal.

Las 10 mejores maneras de encarar problemas de disciplina

1. Sé firme y amable

Es más probable que un chico escuche lo que le estás diciendo si utilizás un tono de voz neutral.

2. Hacé una pausa.

No está mal decir: "Estoy demasiado enojada para decirte nada ahora. Hablaremos de esto más tarde."

3. Enseñá a tus hijos.

En lugar de castigar a tu hijo por portarse mal, pensá en términos de cómo enseñarle a comportarse. "No me gusta que dejes tu skate en el hall de entrada. La próxima vez que lo uses, por favor guardalo en el garage. ¿Cómo podemos hacer para que te acuerdes?

4. Sé positiva.

En lugar de decir: "¿Cuántas veces necesito decirte que te cepilles los dientes?" Decile: "Andá a lavarte los dientes y avisame cuando ya hayas terminado así puedo ir a arroparte y leerte el cuento."

5. Da explicaciones, no amenazas.

Dar una breve explicación a tu hijo de por qué necesita hacer lo que le estás diciendo, le proporcionará una buena razón para portarse bien.

6. No des lugar a tu enojo.

En lugar de concentrarte en el mal comportamiento de tu hijo y amargarte por ello, pensá en cada conflicto como una oportunidad para guiarlo y educarlo.

7. Dále incentivos.

Alentá a tu hijo a cooperar con frases como: "Ya es hora de irnos. ¿Por qué no das una última vuelta con el skate? Quiero volver pronto a casa para tener tiempo de hacer las galletitas antes de la cena."

8. Sé flexible.

Si tu pequeño pregunta: "¿Puedo terminar de mirar este programa antes de que salgamos?", sé razonable. Si disponés de unos minutos más, hacé lugar al pedido de tu hijo. Es una excelente manera de enseñar a los chicos el arte de la negociación.

9. Dejá de lado las luchas de poder.

Nada es tan frustrante o menos productivo que los constantes tira y afloja. Alentá a tu hijo a cooperar diciendo algo así: "Tengo un problema. Quiero que te pongas una camisa limpia y vos insistís en usar la misma todos los días. ¿Cómo podemos resolver esto?" Es más probable que tu chico se sienta inclinado a cooperar si la solución sale de él.

10. Sé inteligente.

Los padres suelen insister en manejar los problemas de la misma manera, aún si su táctica no les está sirviendo de nada. Si lo que hacés no está dando resultados, buscá una manera más efectiva de solucionar el problema. Es mucho más fácil cambiar tu enfoque que cambiar a tu hijo. Hacete esta pregunta a vos misma: ¿Qué puedo hacer diferente que inspire una mejor reacción de mi hijo?

Consejo: Recordá estas tres importantes reglas sobre el castigo:

- No apliques un castigo cuando estás enojada.

- No uses los castigos como venganza.

- Un castigo más severo no es necesariamente mejor.


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