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Entre Nosotras
El tiempo no me alcanza

Un día organizado es un día feliz
 

1. Comienza cada día el día anterior

 

No esperes a que llegue el nuevo día para comenzar a planearlo. Si lo haces, la mitad del día se irá antes de que tan siquiera hayas arrancado.

 

A partir de hoy, comenzá a planear para mañana. Decidí hoy qué debes poner en tu lista de "Cosas que hacer" del día siguiente. Asegúrate de incluir tanto tus obligaciones como algunos  pequeños placeres que te den gusto y sirvan de recompensa por todo tu trabajo. Aunque te parezca tonto hacerlo, por pequeña que sea esta gratificación hará que te sientas mejor.

 

Acostúmbrate mirar siempre tu agenda para ver si tienes que hacer algo o estar en algún lugar importante al día siguiente, para saber de antemano lo que tienes que hacer.

 

Decide el día anterior qué te pondrás para ir a tu lugar de trabajo o de estudio, o bien lava y cuelga una carga de ropa antes de irte a la cama, en lugar de hacerlo en medio de los apurones de la mañana.

 

2. Duerme lo suficiente

 

Es muy difícil encontrar la energía que se necesita cada día si no se duerme lo suficiente la noche anterior.

 

Determina cuántas horas de descanso necesitas para sentirte lista para empezar el día al despertarte cada mañana.

 

En general, siete horas de sueño son necesarias para poder encarar los proyectos y tareas diarias con la energía que merecen. Algunas personas necesitan más horas y otras menos. Es importante que te esfuerces en dormir cada noche la cantidad de horas que necesitas.

 

Asimismo, evita irte a la cama a distintas horas cada noche. Un plan de sueño inconsistente puede alterar nuestro reloj biológico.

 

3. Evita las comidas que restan energías

 

Presta atención a los tipos y cantidades de alimentos que hacen que te sientas cansada y sin fuerzas.

 

Por ejemplo, si comenzamos el día sin un desayuno adecuado, es probable que durante la mañana nos sintamos sin fuerzas. Asimismo, si tenemos un compromiso importante en las primeras horas de la tarde, conviene ingerir un almuerzo ligero.

 

Debemos escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice. Si te sentís cansada, tal vez debas evitar ciertas comidas o por el contrario, comer algo que te ayude a reponer tus energías. Lo importante es seguir un plan que se adapte a nuestras necesidades.

 

4. Sigue tu plan

 

Cuando estés lista para comenzar tu día, lo primero que debes hacer es mirar tu lista de "Cosas que hacer".

 

Comienza de inmediato a trabajar sobre tu primera anotación. Puedes trabajar en ello hasta completar tu tarea o bien trabajar por un determinado lapso de tiempo, por ejemplo una hora, y luego pasar al siguiente punto y quizás regresar al primero más tarde durante el día.

 

5. No hagas menos...pero tampoco más de lo necesario

 

La mayor parte del tiempo, cuando se tienen dificultades para completar las tareas enumeradas, se debe a que se pretendió hacer demasiadas cosas en un solo día.

 

Todos tenemos una distinta capacidad para completar diferentes tareas en un mismo día. Y además, el número también depende de la magnitud, importancia y complejidad de cada tarea.

 

Corresponde a cada uno de nosotros determinar cuánto podemos realmente hacer cada día. Si puedes completar todo cada día, ¡genial! Si no lo logras, comienza a reducir el número de tareas a efectuar.

 

Si por el contrario, terminas todo y te sobra tiempo, tal vez quieras incluir más tareas en tu próxima lista. Quizás sos más rápida para cumplir con tus obligaciones que el común denominador de la gente.

 

6. Mantén el orden

 

Trabajar en un proyecto o tarea en un ambiente desordenado, sea cual fuere el proyecto, es más estresante y lleva más tiempo y energía que trabajar en un lugar donde hay más espacio libre y está ordenado.

 

Cuando trabajás en tu oficina, el único proyecto abierto sobre tu escritorio debe ser aquel en el que estás trabajando en ese momento. Cualquier otro proyecto debe estar en su archivo, en una carpeta o en otra mesa cercana. No hay forma en que puedas ser productiva y concentrar tu atención en algo, si estás trabajando entre pilas de correo, una bandeja de entrada que llega hasta el techo y notas pegadas por todo tu escritorio y sobre tu computadora.

 

Aunque no estés trabajando en algo determinado, si tu tiempo transcurre en un ambiente organizado estarás menos estresada. El desorden acarrea caos y el caos genera estrés.

 

7. Maneja las interrupciones con inteligencia

 

Si bien algunas interrupciones son inevitables, la mayor parte de ellas ocurre porque las permitimos.

 

A menos que debas contestar tu teléfono cuando estás trabajando en un proyecto, deja que sea tu contestador o tu asistente quien reciba las llamadas. Un buen motivo para contestar el teléfono obedece generalmente a que tu jefe exige que atiendas el teléfono cada vez que suena. En ese caso, debes hacerle saber a tu jefe que un proyecto en particular te llevará más tiempo debido a las constantes interrupciones. Seguramente él te sugerirá que dejes que el contestador responda a los llamados telefónicos.

 

Cuando trabajes en tu oficina, cierra tu puerta. Dile a la gente que entra para charlar que estás tratando de completar un proyecto importante y que los llamarás más tarde.

 

Si tus compañeros o subalternos te interrumpen constantemente, este problema puede eliminarse fácilmente. La mayoría de las preguntas no son urgentes y su respuesta puede esperar hasta más tarde. Inclusive podrías considerar una hora determinada del día para reunirte con ellos para responder sus preguntas. O sugerirles que te envíen todas sus consultas por e-mail, de modo de poder responderlas por escrito, asignándoles la prioridad que consideres adecuada.

 

Si tus chicos te interrumpen constantemente, establece algunos límites. Por ejemplo, si debes trabajar en un proyecto de 14 a 15, díles que a menos que se trate de una emergencia, no deben interrumpirte durante esa hora.

  

8. Alteraciones a nuestros planes

 

Por mucho que te organices, siempre surgirá algo que dará por tierra con tus planes. Lo importante es que no te detengas a lamentarte por haberte desviado de tu plan original. Respira hondo y luego decide qué conviene hacer después para retomar el camino programado. Recuerda que una interrupción no hará detener al mundo y que puedes recobrar tu rumbo fácilmente y sin perder más tiempo.

 

 

 

 


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