En busca de nuestro espíritu
por Jacqueline McLaughlin
En una reciente encuesta realizada por una revista femenina de circulación masiva, el 43% de las lectoras contestaron que querían acceder a más artículos sobre "la búsqueda del espíritu." Estas respuestas superaron en un 10% la preferencia por temas relacionados con el aspecto corporal y en más del 20% los de desarrollo de la mente y aprendizaje. Las listas de bestsellers confirman este mensaje.
Parecería que nuestras almas están hambrientas de atención, de alimento o quizás tan sólo de reconocimiento. Pero ¿a qué obedece esto? ¿Qué ha ocurrido? Por qué hemos descuidado de manera tan notoria nuestro espíritu durante tanto tiempo que ahora clama por ser encontrardo nuevamente y por hacerse oir. ¿Hacia dónde miramos? ¿Cómo escuchamos?
Nuestros ancestros pasaron sus días tratando tan sólo de sobrevivir. Antes de que existiesen los automóviles, los supermercados, la calefacción y la plomería dedicaban la mayor parte de su tiempo a procurar alimento y protección para sus familias. La vida era muy dura. La gente moría joven. Los índices de mortalidad eran muy altos. La pérdida de vidas jóvenes era lugar común en la mayoría de las familias.
La tecnología, la medicina y la ciencia no habían avanzado. De modo que cuando nuestros ancestros no podían hallar una respuesta o cuando simplemente no comprendían, volvían su mirada hacia adentro. Esa búsqueda en su interior les daba fe. Eso era seguramente lo que en ocasiones les permitía resistir. Hablaban con su alma a diario. Prestaban atención a su respuesta. Y no cuestionaban los mensajes que recibían. Confiaban en ellos. Parecería que "escuchaban" a su espíritu.
En algunos aspectos, la vida no es tan distinta en la actualidad. Si bien tenemos alimento y protección, también nos consume la angustia por poder sobrevivir. En esta era de inseguridad laboral, elevados índices de criminalidad e incesantes aumentos del costo de vida, seguimos preocupándonos por una clase distinta de supervivencia, pero supervivencia al fin.
Gozamos de diversos avances tecnológicos, médicos y científicos. Nos han permitido vivir más y aparentemente, "saber más". Pero tales adelantos parecen habernos costado la intimidad que una vez tuvimos con nuestra alma. Nuestra creencia en la intuición y en las corazonadas fue reemplazada por la fe en la ciencia y en todas las respuestas que nos brinda. Actualmente, estamos conscientes de que somos más sabios y evolucionados pero hay todavía muchas cosas que no entendemos. No tenemos todas las respuestas.
Parecería que la información faltante nos ha llevado nuevamente al mismo sitio como si hubiésemos dado una vuelta en círculo. Nuestro progreso ha sido exponencial; sin embargo, una vez más añoramos mirar "hacia adentro" en busca de una respuesta que nos ayude a comprender aquello que la ciencia no puede explicar. Estamos en busca de una calidad de vida que sólo puede ser creada por nuestro espíritu y a través de él. Estamos conscientes de ello, pero creemos que primero debemos reencontrarlo.
Lo irónico del caso es que no necesitamos "encontrar" a nuestro espíritu. ¡Ha estado ahí todo este tiempo! Simplemente debemos comenzar a escucharlo. No nos habla con palabras. Se comunica mediante sentimientos, intuiciones y, en algunas ocasiones, a través de una sobrecogedora e indescriptible sensación de gozo.
Es fácil de reconocer. Es todo lo bueno y positivo de nuestra vida. Sintonizarlo es volver a aprender a confiar en nosotros mismos y en nuestras pequeñas urgencias, voces y sentimientos íntimos que tenemos a diario y que desechamos por "poco científicos". ¡Basta de dejarlos de lado! Prestémosle atención. Cuanto más los escuchemos, los oiremos con mayor facilidad.
De modo que sólo por hoy, haz algo divertido. Prométete a tí misma y a tu espíritu que comenzarás a escuchar todo lo que tiene que decirte. Sigue sus instrucciones, donde quiera que ellas te lleven. Actúa según tu intuición y sigue tus corazonadas. Ten en cuenta las voces de tu interior. ¡No discutas! Ten confianza... ¡y tu vida cambiará para siempre!